SU PASATIEMPO. Su deporte favorito, pero también de
apetecida gastronomía, era la pesca con atarraya, pero también de
“chinchorros”, de la que se convirtió en
un experto, pues en más de una ocasión capturó varios peces grandes en el río Motagua;
solía poner tapescos en el río conjuntamente con otros compañeros, con una
suerte tal, que no había turno que no le fuera bien con la cantidad de peces
que atrapaban, yo fui entre otros hermanos, su ayudante de pesca, deporte que
trasladó como precioso legado de sana diversión, a todos sus hijos varones, que
hoy en su honor, practican con pasión.
BONDADES Y COSTUMBRES. En su
tiempo, gustaba caminar a pie, siendo así que recorrió largos caminos para
llegar a su destino, visitando su finca Pila de Moscoso y anexo el Guayabo, así
como varias comunidades del municipio, en vía de negocios o de placer,
incluyendo la cabecera de Salamá, en Baja Verapaz, en esta ocasión, para
conocer el arte de los tejidos, para su empresa de telares que instaló después,
en cuyo viaje yo lo acompañé, siendo un adolescente.
Le apetecían los animales de
monte, cuya carne comía sin melindres, pero especialmente los tacuazines y las
iguanas, aunque era parco para cazarlos y peor matarlos. Recuerdo que una vez
comimos un gato de castilla o doméstico que le obsequió Samuel Venegas ya preparado.
En su juventud tuvo algunas
armas, regularmente escopetas de tubo o perdigones y rifles, pero tuvo una especial
calibre 20 de cartuchos, que utilizaba para defensa personal y la cacería
modesta.
En una época de su vida,
después de almorzar, acostumbraba hacer la siesta, no obstante se acostaba y
levantaba temprano, nunca gustó trasnochar.
Fue siempre solidario y
caritativo con el dolor ajeno, prestándose a servir siempre que se le
solicitaba, dando toda clase de ayuda, incluso, sus vehículos para el traslado
de enfermos a los hospitales.
Era de carácter serio, sin embargo, reía a carcajadas cuando había
un verdadero motivo, un buen chiste o payasada divertida, por ejemplo; al mismo tiempo reservado, y por lo mismo odiaba
los chismes callejeros.
El trato con su esposa e hijos
fue siempre de comprensión y armonía, con alguna disparidad en el parecer o
pensamiento de repente, como suele ocurrir en todo hogar, pero con autoridad, disciplina, firmeza y y lo mejor: el amor, con los defectos que
cualquier ser humano pueda tener, por supuesto, pero jamás trascendentes.
Tenía buena disposición y
creatividad para el diseño de cuantas cosas se proponía realizar, incluso la creación
de sus negocios, así como la construcción y remodelación de sus casas, sobre lo
cual asesoraba a terceras personas, cuando se le solicitaba.
No tenía religión, pero creía
fervientemente en Dios todo poderoso, a quien se encomendaba para los acto de
su vida y era muy prudente para comentar, ante los demás, acerca de las
religiones, para no herir susceptibilidades.
Le agradaba comer junto con toda su familia,
en la mesa larga, para comentar asuntos familiares y situaciones particulares
de actualidad, en hora puntual, salvo causas de fuerza mayor: 7. 12 y 18 horas,
en las que ya estaba sentado en la mesa y de ahí la preocupación de mi madre y
la cocinera de tener todo listo para cuando el apenas asomara.
Su comida favorita en los
desayunos, eran los tamales de coche, de los que siempre había existencia en el
refrigerador.
Ya adulto, por las noches,
gustaba ver programas de televisión, especialmente de películas chistosas como
la del Chavo del ocho y compinches, Tintan, Cantinflas y algunas telenovelas de
repente, juntamente con su compañera de hogar y unos cuantos hijos y nietos que
se asomaban en casa, momentos que aprovechaban para degustar, como en los
cines, viendo la tele, cualquier clase de golosinas que compraba exprofeso por
mayor, para tenerlos a mano, momentos que compartía por igual la muchacha de la
casa, que estaba siempre presente, lista para cualquier asunto.
Disfrutaba junto con mi madre,
cuando los hijos que estábamos fuera, por cuestiones de trabajo, llegábamos a
verlos, ofreciéndonos lo mejor que tenían.
Era asiduo bebedor de café, a
tal extremo que, durante todo el día, debía de permanecer en la estufa, una
olla de regular tamaño de café, para su calentamiento, eso sí, un tanto ralo,
como a él le gustaba, lo mismo que de los cigarrillos que fumó por años, hasta,
inclusive, el día de su muerte.
En su juventud, cuando aún no
se había embarcado en la empresa de sus negocios, leyó libros como los de
Samuel Smill, Orison Switt Marden, Vargas
Vila, Carreño y muchos más de los que
estaban en boga en la época, y en toda su vida, la lectura de periódicos fue su
pasatiempo predilecto, especialmente el Imparcial y el diario La Hora, de
Clemente Marroquín Rojas, de quien era un admirador, y Prensa Libre, después,
con la adicción de llenar crucigramas y demás rompecabezas que vienen en esos
medios.
Como homenaje póstumo, la Asociación
Fraternidad Jicareña lo condecoró con la medalla de honor al mérito “GENERAL JOSÉ MARÍA ORELLANA PINTO”,
precisamente por los méritos y protagonismo, en vida alcanzados, y haber dejado
huella en el desarrollo y cultura del municipio.
Por todo lo dicho, se puede entonces concluir, que
FIDEL EGBERTCASASOLA VENEGAS, por su trayectoria, sus amplias acciones y ejecutorias
en favor de sus conciudadanos, los negocioso emprendidos a lo largo de su vida,
que dieron fama y prestigio al municipio, fue un verdadero líder en su época,
cuyas cualidades y virtudes, enaltecen a su pueblo y su familia.
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