jueves, 3 de mayo de 2012

BIOGRAFÍA DE FIDEL EGBERTO CASASOLA VENEGAS

BIOGRAFÍA DE FIDEL EGBERTO CASASOLA VENEGAS
1908---2012
Autor: Carlos Egberto Casasola Saavedra

INTRODUCCIÓN

 Por medio de este breve opúsculo post mortem, me congratulo en dar a conocer, algunos de los hechos y vivencias acontecidos, en la sincronía del tiempo y el espacio, que constituyen, ahora, la biografía de mi extinto padre FIDEL EGBERTO CASASOLA VENEGAS, que escribo de manera sucinta, narrando lo más importante de lo mucho encontrado, como un deber y satisfacción personal, impregnada del mayor cariño y un  reconocimiento muy merecido a su protagonista, la cual ofrezco en su honor, como un preciado legado a su pueblo natal, El Jícaro, así como  a las actuales y futuras generaciones de la gran familia CASASOLA SAAVEDRA, a quienes dedico emocionado, este trabajo; y algo más, como un testimonio pública también, que trascenderá, ¿por qué no?,  al mundo moderno actual,  a través de una de las páginas de Internet, como efecto se hará, como una mínima contribución a la cultura  colectiva.
El propósito fundamental de lo anterior, lógicamente es, que  esa variedad de cosas bonitas del pasado, de ese quehacer y comportamiento  cotidiano, de un personaje importante y ser querido, que hizo época pública y familiar, no queden en el olvido, por el contrario, perduren y puedan ser consultadas como texto de historia individual, en cualquier momento, como un acto íntimo de regocijo y análisis de experiencias  y sirva incluso de ejemplo y de puente entre la presente y venidera progenie, y perpetuar así, el nexo familiar y sus circunstancias, inculcando el  sentido de la raza, del orgullo y pertenencia, muy nuestros, en el devenir del tiempo, y de particulares amigos, si fue el caso.  Hecho  el preámbulo, la  presento de la manera siguiente:
NACIMIENTO Y SUS PADRES.  Este exitoso personaje de nuestra historia, ampliamente reconocido por el pueblo, nació en El Jícaro, departamento de El Progreso, república de Guatemala, el día        24 de abril de 1908, el primogénito hijo de una numerosa familia de clase media, integrada por el matrimonio de los esposos Randolfo Casasola León y Elena Casasola Venegas Gutierrez y nueve hermanos más. De los hijos curiosamente, solo sobrevivieron tres: el biografiado, Berta Elena y José Ovidio, se puede decir, los tres primeros, de apellidos CasasolaVenegas, el  resto  Foto del biografiado en la plenitud de su vida  fallecieron a corta edad.   Desde muy pequeño empezó a experimentar  los embates y las presiones de las obligaciones familiares que su suerte traía consigo y las responsabilidades que muy pronto  tenía que asumir, pues siendo un adolescente auxiliaba en los   que haceres domésticos, especialmente proveyendo de leña para la cocina, la limpieza y asistiendo a su madre y a sus hermanos menores, en las tareas específicas que su corta edad le permitían y requerían del hogar, debido a una enfermedad que a su progenitora Elena aquejaba, que le impedían atender personalmente a su prole.
 Su padre, originario de la vecina población de San Agustín Acasaguastlán, llegó al pueblo, más o menos en los primeros años del siglo XX, designado como telegrafista del gobierno, en la oficina local, quien por propios méritos,  poco tiempo después, fue reclutado por la empresa Ferrocarriles de Guatemala, de reciente creación, para trabajar como agente de estación en Puerto Barrios, Izabal, en virtud que además del sistema de transmisión internacional, propio del Estado, conocía perfectamente el Morse, usado en esa empresa privada, ambos identificados por impulsos de puntos y líneas, significativos de letras, pero  en algo diferentes.
SUS ESTUDIOS. Estudió la primaria o instrucción elemental como se le llamaba en la época, en la escuela mixta de esta población, bajo la dirección del profesor Pedro Canales y otros mentores de la jurisdicción.
APRENDIZAJE. En su niñez practicó el arte de la ebanistería, enseñado por su tío Bernardo Venegas, por lo que era bueno para hacer muebles, aunque no comerciales, pero sus aspiraciones por otra clase de actividades de mayores posibilidades económicas, lo hicieron prescindir de ese oficio, pero conservando siempre su vocación y sus herramientas manuales completas, con las cuales se identificaba perfectamente, y que llegó a manejar con destreza, desde el serrucho, cepillo, escoplo, gramil, garlopa, guillame, hasta la gubia, incluyendo un artefacto que el mismo elaboró, para afianzar serruchos y rehabilitar sus dientes, no se diga el metro, el compás y la escuadra,  así como una buena piedra de fábrica, para  afilar y asentar los demás objetos, porque no hay mayor satisfacción que trabajar con fierros afilados, decía.
Aunque sus anhelos y sus metas eran otros, como se verá más adelante, aplicando el principio de que el hombre debe saber de todo un poco, aprendió a manejar los instrumentos de labranza en el campo y los conocimientos básicos de la agricultura, efectuando algunas veces siembras de maíz en terrenos de su familia, con buenas cosechas, recordaba, lo que lo impulsó en su edad adulta a comprar su propia finca La Pila de Moscoso y anexo el Guayabo, en las que también realizó en mayor grado esas actividades, incluyendo la crianza de ganado y de cabros.
Durante su infancia, ayudó al clan familiar, en la elaboración de bolas del llamado jabón de “coche”, de uso común en la región, que hacían con cebo de res y legías de plantas silvestres, especialmente de la conocida como “wisquilete” y de cigarrillos caseros “pata de coche” para la venta local.
SU PRIMER TRABAJO. Precisamente por sus méritos en sus estudios, especialmente en las matemáticas, pues se mantenía conquistando los primeros lugares, después de haber cursado el último grado, fue seleccionado y recomendado por el claustro de profesores y designado por la autoridad nominadora, como maestro empírico del establecimiento, así les llamaban porque los titulados eran escasos, ganando un ínfimo salario que no le alcanzaba para costear sus más apremiantes necesidades, lo que lo obligo a renunciar al poco tiempo con el dolor de su corazón, pues gustaba de la docencia.
 NUEVOS HORIZONTES. Esa situación lo obligó a buscar otros derroteros, disponiendo por tanto, trasladarse a Puerto Barrios, Izabal, siguiendo a su padre Randolfo, con el objeto de aprender, en primer lugar, el arte de las transmisiones y demás conocimientos de oficina, y enseguida, con la esperanza de conseguir un trabajo dentro de la misma empresa, que le permitiera agenciarse un salario mejor y poder ayudar económicamente en el sostenimiento de la casa paterna y de sus hermanos menores.
LA MUERTE DE SU PADRE. Para mala suerte suya, a los pocos años de encontrarse juntos en aquella ciudad porteña, le sobrevino el fallecimiento de su padre Randolfo, a los 50 años de edad, tras el padecimiento de una enfermedad diagnosticada en aquel tiempo como “aguas negras” o sea lo que hoy es una ulcera duodenal, cuyo cadáver fue traído para los actos fúnebres e inhumación a esta población, en tren especial, por disposición extraordinaria de sus jefes superiores, sin costo alguno para los familiares, como gesto póstumo  de excelente trabajador. El jefe de la comitiva fue el también ferrocarrilero, alumno suyo, el jicareño Isidro Morales Marín, que trabajaba también en Puerto Barrios.
FERROCARRILERO. Después del deceso de su progenitor, una vez adiestrado, fue nombrado para trabajar en la bodega de recepción y entrega de carga de la estación de Retalhuleu, una de las más importancia de la red ferroviaria, en ese entonces, por el enorme movimiento continuo de carga y descarga que recibía, a nivel local y del extranjero, ello  cuando apenas frisaba los 20 años de edad, en donde por su comportamiento, logro conquistar el aprecio de sus compañeros y de su jefe inmediato, el señor Santiago Cuevas, a quien conoció en Puerto Barrios, principalmente por la habilidad que tenía para sumar enormes cantidades, sin dilación, en tiempo record y por supuesto, en las matemáticas en general.
MUERTE DE SU MADRE. Otro revés, la permanencia en su trabajo y la situación de su madre, cuya enfermedad empeoró con el fallecimiento de su padre, le obligó e internarla en un hospital privado de la ciudad de Guatemala, en donde falleció el día 23 de diciembre de 1928, trayendo su cadáver para ser inhumado en el cementerio local. Y lo anterior sin la ayuda económica de algún otro familiar, más que la espiritual y la consolación.

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