El Jícaro, Biografía de Fidel Egberto Casasola Venegas
jueves, 3 de mayo de 2012
BIOGRAFÍA DE FIDEL EGBERTO CASASOLA VENEGAS
BIOGRAFÍA DE FIDEL EGBERTO
CASASOLA VENEGAS
1908---2012
Autor:
Carlos Egberto Casasola Saavedra
INTRODUCCIÓN
Por medio de este breve opúsculo post mortem,
me congratulo en dar a conocer, algunos de los hechos y vivencias acontecidos,
en la sincronía del tiempo y el espacio, que constituyen, ahora, la biografía
de mi extinto padre FIDEL EGBERTO CASASOLA VENEGAS, que escribo de manera
sucinta, narrando lo más importante de lo mucho encontrado, como un deber y
satisfacción personal, impregnada del mayor cariño y un reconocimiento muy merecido a su protagonista,
la cual ofrezco en su honor, como un preciado legado a su pueblo natal, El
Jícaro, así como a las actuales y
futuras generaciones de la gran familia CASASOLA SAAVEDRA, a quienes dedico
emocionado, este trabajo; y algo más, como un testimonio pública también, que
trascenderá, ¿por qué no?, al mundo
moderno actual, a través de una de las
páginas de Internet, como efecto se hará, como una mínima contribución a la cultura
colectiva.
El propósito
fundamental de lo anterior, lógicamente es, que esa variedad de cosas bonitas del pasado, de
ese quehacer y comportamiento cotidiano,
de un personaje importante y ser querido, que hizo época pública y familiar, no
queden en el olvido, por el contrario, perduren y puedan ser consultadas como
texto de historia individual, en cualquier momento, como un acto íntimo de
regocijo y análisis de experiencias y sirva
incluso de ejemplo y de puente entre la presente y venidera progenie, y
perpetuar así, el nexo familiar y sus circunstancias, inculcando el sentido de la raza, del orgullo y pertenencia,
muy nuestros, en el devenir del tiempo, y de particulares amigos, si fue el
caso. Hecho el preámbulo, la presento de la manera siguiente:

Su padre, originario de la vecina población de
San Agustín Acasaguastlán, llegó al pueblo, más o menos en los primeros años
del siglo XX, designado como telegrafista del gobierno, en la oficina local,
quien por propios méritos, poco tiempo
después, fue reclutado por la empresa Ferrocarriles de Guatemala, de reciente
creación, para trabajar como agente de estación en Puerto Barrios, Izabal, en virtud que
además del sistema de transmisión internacional, propio del Estado, conocía perfectamente
el Morse, usado en esa empresa privada, ambos identificados por impulsos de
puntos y líneas, significativos de letras, pero en algo diferentes.
SUS ESTUDIOS. Estudió la
primaria o instrucción elemental como se le llamaba en la época, en la escuela
mixta de esta población, bajo la dirección del profesor Pedro Canales y otros
mentores de la jurisdicción.
APRENDIZAJE. En su niñez practicó
el arte de la ebanistería, enseñado por su tío Bernardo Venegas, por lo que era
bueno para hacer muebles, aunque no comerciales, pero sus aspiraciones por otra
clase de actividades de mayores posibilidades económicas, lo hicieron
prescindir de ese oficio, pero conservando siempre su vocación y sus
herramientas manuales completas, con las cuales se identificaba perfectamente,
y que llegó a manejar con destreza, desde el serrucho, cepillo, escoplo,
gramil, garlopa, guillame, hasta la gubia, incluyendo un artefacto que el mismo
elaboró, para afianzar serruchos y rehabilitar sus dientes, no se diga el
metro, el compás y la escuadra, así como
una buena piedra de fábrica, para afilar
y asentar los demás objetos, porque no hay mayor satisfacción que trabajar con
fierros afilados, decía.
Aunque sus anhelos y sus metas
eran otros, como se verá más adelante, aplicando el principio de que el hombre
debe saber de todo un poco, aprendió a manejar los instrumentos de labranza en
el campo y los conocimientos básicos de la agricultura, efectuando algunas
veces siembras de maíz en terrenos de su familia, con buenas cosechas,
recordaba, lo que lo impulsó en su edad adulta a comprar su propia finca La
Pila de Moscoso y anexo el Guayabo, en las que también realizó en mayor grado
esas actividades, incluyendo la crianza de ganado y de cabros.
Durante su infancia, ayudó al
clan familiar, en la elaboración de bolas del llamado jabón de “coche”, de uso
común en la región, que hacían con cebo de res y legías de plantas silvestres,
especialmente de la conocida como “wisquilete” y de cigarrillos caseros “pata
de coche” para la venta local.
SU PRIMER TRABAJO. Precisamente
por sus méritos en sus estudios, especialmente en las matemáticas, pues se
mantenía conquistando los primeros lugares, después de haber cursado el último
grado, fue seleccionado y recomendado por el claustro de profesores y designado
por la autoridad nominadora, como maestro empírico del establecimiento, así les
llamaban porque los titulados eran escasos, ganando un ínfimo salario que no le
alcanzaba para costear sus más apremiantes necesidades, lo que lo obligo a
renunciar al poco tiempo con el dolor de su corazón, pues gustaba de la
docencia.
NUEVOS HORIZONTES. Esa situación lo obligó a
buscar otros derroteros, disponiendo por tanto, trasladarse a Puerto Barrios,
Izabal, siguiendo a su padre Randolfo, con el objeto de aprender, en primer
lugar, el arte de las transmisiones y demás conocimientos de oficina, y
enseguida, con la esperanza de conseguir un trabajo dentro de la misma empresa,
que le permitiera agenciarse un salario mejor y poder ayudar económicamente en
el sostenimiento de la casa paterna y de sus hermanos menores.
LA MUERTE DE SU PADRE. Para
mala suerte suya, a los pocos años de encontrarse juntos en aquella ciudad
porteña, le sobrevino el fallecimiento de su padre Randolfo, a los 50 años de edad,
tras el padecimiento de una enfermedad diagnosticada en aquel tiempo como
“aguas negras” o sea lo que hoy es una ulcera duodenal, cuyo cadáver fue traído
para los actos fúnebres e inhumación a esta población, en tren especial, por
disposición extraordinaria de sus jefes superiores, sin costo alguno para los
familiares, como gesto póstumo de
excelente trabajador. El jefe de la comitiva fue el también ferrocarrilero,
alumno suyo, el jicareño Isidro Morales Marín, que trabajaba también en Puerto
Barrios.
FERROCARRILERO. Después del
deceso de su progenitor, una vez adiestrado, fue nombrado para trabajar en la
bodega de recepción y entrega de carga de la estación de Retalhuleu, una de las
más importancia de la red ferroviaria, en ese entonces, por el enorme
movimiento continuo de carga y descarga que recibía, a nivel local y del
extranjero, ello cuando apenas frisaba
los 20 años de edad, en donde por su comportamiento, logro conquistar el
aprecio de sus compañeros y de su jefe inmediato, el señor Santiago Cuevas, a
quien conoció en Puerto Barrios, principalmente por la habilidad que tenía para
sumar enormes cantidades, sin dilación, en tiempo record y por supuesto, en las
matemáticas en general.
MUERTE DE SU MADRE. Otro revés,
la permanencia en su trabajo y la situación de su madre, cuya enfermedad
empeoró con el fallecimiento de su padre, le obligó e internarla en un hospital
privado de la ciudad de Guatemala, en donde falleció el día 23 de diciembre de
1928, trayendo su cadáver para ser inhumado en el cementerio local. Y lo
anterior sin la ayuda económica de algún otro familiar, más que la espiritual y
la consolación.
Matrimonio Casasola-Venegas
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Matrimonio Casasola-Venegas |
SU MATRIMONIO. Pasado algún tiempo, venciendo algunas peripecias, quiso
casarse con su novia, menor de edad,
de apenas 16 añitos, FELICINDA SAAVEDRA TERRAZA,
pero ante la oposición, con o sin razón, de los padres, se aventuró, tal el
amor que ambos se profesaban,
después de haber pedido su mano, valga la modestia, raptarla, como se
acostumbraba en esa época, llevándola consigo
a vivir a la sede de su trabajo, la ciudad de Retalhuleu, con las sanas
intenciones que en mente por supuesto tenía, de formalizar posteriormente, la
unión conyugal, ya con las aguas calmadas, el arrepentimiento y consentimiento
paternal, que de antemano se presentían, como en efecto ocurrió; lugar en donde
nació el primer hijo Randolfo.
Y es que los padres de la
prometida, el coronel Carlos Saavedra Trabanino y Refugio Terraza Sandoval, no
conocían bien a mi padre, pues ellos estaban recién venidos de Cabañas, de cuya
región eran originarios, en sus negocios de carnicería, por ello el desacuerdo
momentáneo justificado o no.
DEJA EL FERROCARRIL. Deseando cumplir otras
metas, decidió renunciar de la empresa del ferrocarril, para luego con la
experiencia adquirida y los conocimientos del desarrollo de aquella ciudad, hoy
llamada la capital del mundo, decidió regresar con su familia a esta población,
en la década de los años 30, para dedicarse de lleno al comercio.
SU FAMILIA. En el curso de su
vida, con su esposa Felicinda, llamada cariñosamente Chinda, procrearon diez
hijos: Randolfo, Carlos Egberto, Ranulfo, Rosa Elba, Rabí Rolando, Fidel
Egberto, Oscar René, Marco Antonio, Roberto y Rosa Elena, Casasola Saavedra, de
los cuales ya fallecieron cuatro y sobreviven seis, con 31 nietos y algunos
bisnietos, conforme se describe en el árbol genealógico inserto.
SE INICIA EN EL COMERCIO. En
ese orden de ideas, recién venido de Retalhuleu, en tanto maduraba otras iniciativas
de mayor envergadura que tenía en mente, estableció una pequeña fábrica de
candelas de cebo y parafina, con equipo específico que incluía moldes de todas
formas y tamaños, que trajo precisamente de aquella ciudad junto con otros
aparatos para otros usos, cuyo producto
debidamente empacado y etiquetado vendía por docena y hasta por gruesa en
tiendas de la región y de la localidad.
Paralelamente abrió una venta de helados, que
fabricaba con una máquina manual de aluminio, muy efectiva que trajo de aquella
ciudad, conformada por un tarro
cilíndrico doble que servía como
depósito de la materia prima y el hielo, con movimientos giratorios y una
manivela, y luego de terminado el
producto, servir vendido en copas, y anexo, un estanquillo en donde se expendía aguardiente nacional autorizado, también por
copas y a “escupir a la calle”, porque
así estaba reglamentado el negocio.
SU MAYOR IDEAL. Al poco tiempo,
se decidió a hacer efectivo su mayor anhelo, el establecimiento de una
importante tienda miscelánea, su primer negocio en grande, bien montada, en
donde se vendía de todo, desde artículos de primera necesidad, por menor y
mayor, así como objetos de metal, desde
una aguja, un botón o un zippers, hasta líneas de mayor valor, como ferretería,
joyería, zapatería, ropa, telas, pelotas y zapatos de foot ball, juguetes,
vidriería, artículos de tocador y vinos finos, la cual en un principio, era
atendida por su esposa Felicinda y su servidumbre, mientras él se desempeñaba
como agente viajero de varias e importantes casas comerciales de la capital. En
la parte superior de la sala de ventas, en todo su contorno, se leía unas
frases en letras de molde grandes, pintadas por Víctor Juárez, que decían:
“crédito murió, mala paga lo mató”. “no quite el tiempo, tome en cuenta que las
tertulias perjudican”, se supone para evitar los créditos, las platicas
inútiles de los visitantes y toda clase de estorbos, dado el considerable
movimiento de gente que se daba en el negocio.
SU VIDA PÚBLICA. Con el objeto de servir a la
Patria, en cumplimiento de un deber ciudadano, se desempeñó como Alcalde y
Síndico del Ayuntamiento local, en forma adhonorem, cargos que le fueron
ofrecidos por grupos de vecinos y
ganados en elección popular, dada su recia personalidad, su capacidad y
honradez a toda prueba.
En sus tiempos libres, estando en la llanura,
con los medianos conocimientos administrativos y de leyes que poseía, asesoró a
muchas personas que necesitaban de sus consejos, haciéndoles memoriales y
cartas para el trámite de algunas gestiones, ante las autoridades del gobierno
central y del municipio, incluso, de
carácter judicial en los juzgados, sin costo alguno, pues le gustaba ayudar a la gente. Eso sí,
cuando el asunto era controversial, prefería abstenerse para no lastimar a la
otra parte, por el grado de amistad o vecindad que pudiera existir, limitándose
en tal caso, a aconsejar o conciliar la situación.
También fue miembro de comités, de desarrollo
local, miembro de la Junta Local de Educación Pública y de ternas examinadoras
de alumnos, en las escuelas del municipio.
Le gustaba la escritura y redactaba muy bien y
en ese trajinar tuvo varias máquinas de escribir, entre las que recuerdo las
marcas: Royal, Underwood, Remington y
últimamente una Oliveti, en su oficina, escritorio y archivos bien ordenados.
En sus platicas recordaba, cuando cierta vez,
siendo Alcalde y Juez de Paz, juntamente con el Secretario Clemente Marroquín
Ibarra, fueron a la finca El Tambor, propiedad en ese entonces de Rosa Páiz, a
instruir las diligencias del caso, sobre un envenenamiento colectivo acaecido,
que costó la vida de más de alguno de los mozos, derivado, según sospechas, de
los productos lácteos ingeridos, al haberle caído a la olla de leche, un
“Talconete”, especie de lagartija abundante en la región en aquél tiempo, pero
quien sabe, si era cierta tal especie, aún cuando quedó la duda, si es venenoso
o no este animalito.
Participo en la política local en tiempos de
la revolución de octubre del 44,
apoyando al doctor Juan José Arévalo Bermejo, para la presidencia de la
república, por el partido Frente Popular Libertador, del cual fue secretario
general municipal del mismo, un tanto
desilusionado después, por el, incumplimiento de los ofrecimientos de campaña
de algunos dirigentes.
Por algún tiempo, precisamente,
durante el mandato del presidente Arévalo, se desempeñó como Vista y
subadministrador de la aduana de
Livingston, departamento de Izabal.
Fue un hombre inquieto, que con la experiencia
adquirida en sus actividades, como agente viajero y de su tienda miscelánea,
después de explorar algunos negocios, se volcó de lleno a la industria y el
comercio, ensayando varios proyectos, pero desafortunadamente, la suerte, no lo
ayudó en todos sus propósitos fracasando
en la mayoría, pero triunfando al final, como se verá más adelante.
Por un corto tiempo de su vida,
como puede ocurrir a cualquier ser humano, cuyas causas se ignoran, gustó de tomar licor,
aspecto negativo convertido en enfermedad, que sin la intervención de terceros
ni de la ciencia médica, con mente abierta, buena voluntad y valentía, superó, y como consecuencia, de un tajo
erradicó, para convertir de nuevo su vida en positiva y seguir adelante con los
quehaceres normales que le imponían la conciencia y el deber.
Sus negocios
PRIMER RADIORECEPTOR. Y aunque no tiene
consonancia con el párrafo que precede, deseo mencionar que mi padre venido de
Retalhuleu, después de su renuncia de los ferrocarriles de Guatemala, captó
innovadoras ideas de lo que había visto
en aquella ciudad, y fue así, como
instaló un radio receptor, un marca Zenit de tubos, onda larga y corta,
accionado con corriente eólica, a través de una hélice, adaptada a una torre
alta, que el aire hacía girar, produciendo electricidad, que era recibida por
una batería, y de ahí, salía para el radio, muy bueno por cierto, y una novedad
en su momento, convirtiéndose en el primero de esos aparatos en la población,
como bien lo dice en uno de sus artículos, el Dr. Rigoberto Juárez Paz, así
como la primera vitrola portátil con estuche tipo valija, marca “Columbia”,
accionada por cuerda, de la cual, se supone, vino el nombre “Columbia” de la
segunda marimba que tuvo el pueblo.
Con tal motivo, por curiosidad y distracción,
en las afueras de nuestra casa, se reunía regular número de vecinos, a descansar en un arriate, con sentaderos en
los cuatro costados, bajo el cobijo de
un emparrado de buganvilia que allí existía, mi padre a propósito mandó
a instalar un altavoz, a escuchar música y las noticias diarias de la segunda
guerra mundial 1939-1945, quienes aparte de deleitarse, competían sobre esta
última, unos a favor y otros en contra, acerca de quién de los contendientes la
ganaría al final, si la Alemania de Hitler o los aliados; recuerdo que se
escuchaban nítidamente la XEW de México y la TGW de Guatemala, aparte de otras,
por supuesto, porque en esos tiempos era escasa la energía eléctrica y algunas
personas usaban la energía eólica, hasta
para sacar agua de pozos. También fue el primero en el pueblo en tener una
victrola marca Víctor de cuerda, con discos de acetato, portátil con estuche tipo valija, con una
enorme bocina,
LA AGRICULTURA. Incursionó en
la agricultura, sembrando varios productos como maíz, frijol, maicillo en los
terrenos de la finca de su propiedad en Pila de Moscoso y Guayabo y un potrerito
de herederos en esta localidad, así como tomate, chile pimiento y berenjena,
bajo la modalidad de a “medias”, en terrenos de la finca El Tintero, y ensayó
la siembra de uva con semillas traídas de la república de Chile, recuerdo las
variedades “Niágara”, “Málaga” y la tradicional uva morada o criolla, en el
sitio de su propiedad, lo último no con muy buenos resultados debido a la mucha
plaga existente, pero no obstante, de varias cosechas logró obtener vino casero
de muy buena calidad y fue de los primeros en sembrar tabaco en esta población
bajo la modalidad de a “medias” con un señor llamado Gabriel Godínez, para la
elaboración de puros en fábricas de Zacapa, a donde se exportaba y de
cigarrillos “pata de coche” en esta localidad.
FÁBRICA. En la rama de la
industria, fue dueño de una fábrica de café molido, de inmejorable calidad
denominada “Café Imperial” que contaba con todo su equipo, cuando Alfonso Liu,
pionero de esta clase de negocios en la región, no sonaba todavía en su sede,
Chiquimula; empresa jicareña, en donde se tostaba, molía, empacaba y se
distribuía el producto, ya terminado y
etiquetado, en tiendas de la localidad y parte del territorio nacional, producido con grano en oro o materia prima,
que se traía especialmente de “Tobón”, Jalapa y Chiquimula, con personal
calificado, en la que laboraron, como jefes de operaciones, Odonél López y
Gilberto Barrientos, ayudantes Neftalí Guerra, César Venegas, Ramiro López y
otros que escapan a la memoria y como empacadoras Elvira y Fidelina Morales,
Rosa Venegas y otros.
PEQUEÑAS EXPORTACIONES. Tuvo
también mi padre, el negocio de
extracción de maíz, leña y carbón, con destino a la capital de la
república, que se compraban a terceras personas y se producían también en su
propia finca El Guayabo y Pila de Moscoso, al sur de la población, cargamentos
que eran transportados en patachos de bestias alquiladas y propias en número de
20, más o menos, que llegó a tener, entre mulas y caballos, recuerdo los
nombres de algunas de ellas: “beltrán”, “el bayo”, “ tordillo”, “ la gabina”, “retinto”, “rosillo”, etc., este murió por la
mordedura de una araña de caballo, en pleno camino, en uno de sus viajes; arriadas dichas acémilas, por expertos
muleros: Neftalí Guerra, César Venegas y Herminio Linares, embarcando en
determinado momento hasta cinco carros del ferrocarril, repletos de dichos
productos, por mes, rumbo a comercios de la capital.
La hechura de leña y el carbón
de árboles de encino y sare espino, especialmente, eran realizadas por expertos
carboneros y leñadores de la región, a quienes se pagaba por rede y estiba
efectuada en el propio astillero, a buen precio, siendo aparte la acarreada a
esta población, en bestias nuestras y alquiladas a unos muleros de la Laguneta:
Nicolás, Vitalino, Justo y Gilberto
Marroquín y Herminio Linares de la Campana, para cuyo efecto mantenía contratos
vigentes con el mayor comprador de estos artículos, Juan Molina, en las inmediaciones de la
estación del ferrocarril, La Ermita, en la capital de la república, a donde se
embarcaban un promedio de cinco vagones, por mes, de cada producto.
SUS TELARES. De su propiedad
funcionó, así mismo, una fábrica de hacer ropa, por medio de telares, (aparatos
de madera), en total cinco, que el mismo fabricó, incluyendo urdidoras,
lanzaderas y devanadoras o “redinas” de hilos que llamaban canillas, con los conocimientos en carpintería que
poseía; operados esas máquinas, por
expertos tejedores de El Quiché y Salamá, se recuerda a Concepción Rodríguez y
Alfredo Reyes Guillermo. La producción, que consistía en mantas, driles y
mantelería con adornos típicos, era negociado a nivel local y lugares
circunvecinos.
Dentro de sus múltiples
actividades tuvo palenque de gallos, criando y comprando magníficos ejemplares
de pelea, con todo el equipo que es menester en estos negocios, ya en tiempos
casi modernos cuando estos juegos de azar fueron autorizados nuevamente por el
gobierno, supervisados por la autoridad local y las apuestas eran casi
deportivas.
CARNICERÍA. La tuvo por espacio de más o
menos diez años, que daba servicios los días jueves y domingo de cada semana,
con ganado que compraba a buen precio a pequeños ganaderos de la región y en
las haciendas vecinas, despachada la carne en un tramo especialmente construido
al efecto, con todas las regulaciones de salubridad necesarias, lo cual era un
buen negocio decía, pero el problema era la dificultad de la compra de las
reses por su escases, que eran destazadas en el rastro local por Ceferino
Reyes, quien se encargaba de ralear, tasajear, salar y colgar la carne que
sobraba, para convertirla en la sabrosa cecina.
EL CINE. También fue dueño, mi citado
padre, de uno de los dos primeros cines, que hubo en el pueblo, dotado de su
respectiva planta eléctrica, para casos de emergencia, y vaya si no las hubo,
se iba la luz púbica de repente, denominado “Cine Casasola”. En dicha sala, con
su amplio escenario y pantalla adhoc, se exhibían los días domingos, a veces
jueves o días festivos, películas mexicanas, argentinas y de otras procedencias, atendido por la
prole, algunos de quienes corrían las películas y atendían los aspectos
técnicos del negocio y los otros el resto de actividades de la empresa.
Pero
el trabajo especial o sea las cuñas de los anuncios publicitarios y la
propaganda, eran a cargo del mero dueño del cine, mi padre, que los efectuaba en carteles
colocados en puntos estratégicos del pueblo, con leyendas llamativas y afiches
alusivos, así como anuncios por altavoz.
Se recuerda que en la propagan usaba entre
otras, frase de connotación, por ejemplo, la siguiente: “Atención, mucha
atención, jicareños, el cine Casasola se permite anunciar para el día de hoy, a
las veinte horas, la exhibición, en una sola presentación, de la divertidísima
y “morrocotuda” película mexicana, para todo público, “El Gavilán Pollero”, con
los famosos artistas Pedro Infante,
Jorge Negrete y las bellas y sensuales
actrices, bailarinas de fama internacional, María Antonieta Pons y la Tongolele…
o ya llegó la que tanto esperaba usted: “El derecho de nacer”, con los
prestigiados artistas…. venga usted,
acérquese con su familia a gozar a lo
grande, a reír a mandíbula batiente, no
se la pierda, pocos boletos van quedando, entradas veinticinco centavos adultos
y quince los niños. ¡Y vaya, si no habían llenos completos!. Por ese éxito,
cuya película había gustado, se anunciaba de nuevo “reprise” o repetición para
el día siguiente, a la misma hora.
Como
no era nada egoísta, en la sala del cine Casasola también se exhibían películas
por parte de Rolando Barrientos y Julio Arriola, de el Rancho y Guastatoya,
respectivamente, a quienes alquilaba o simplemente prestaba el salón y algunas
veces intercambiaban películas
FORTALECE SUS NEGOCIOS. La tienda miscelánea de que se habla, fue
sustituida con el transcurso del tiempo,
por otra, de aparatos electrodomésticos, de la marca Philips, comprados a la compañía Philips de Guatemala, S. A., de
cuya empresa fue reconocido como buen comprador y a la vez vendedor, recibiendo
por ello, en varias ocasiones, galardones por su excelencia e iniciativa, de
parte del gerente general de la compañía Juan Lefelar. Este nuevo negocio de
nombre “ALMACEN ELENA, incluía así mismo, mueblería fina y ferretería, con depósito
anexo, de artículos de tipo alimentario y de aguas gaseosas, para la venta al
por mayor en tiendas y pulperías del municipio, con agencias en Teculután y
Guastatoya, este último destruido por el terremoto de 1976, y el otro, ahora,
propiedad de mi hermana Rosa Elba, tras el fallecimiento de mi padre.
Fue distribuidor a manera de
dueño, de un regular lote de máquinas de coser japonesas, que en número considerable, al por mayor,
adquirió de una compañía de aquella nación asiática y que patentó aquí con la
marca “Elena”, en honor del almacén de
su propiedad de ese nombre, que por cierto fueron pan caliente.
Los muebles puestos a la venta en su
almacén, eran manufacturados en la carpintería de su propiedad, ubicada allí mismo, como un anexo. Una anécdota
de lo anterior, recuerda, que uno de sus carpinteros, algo patojón, de la
Estancia de la Virgen, de humilde obrero, pasó a ser profesional de la
medicina, al graduarse poco tiempo después, como médico y cirujano, previos los
estudios pertinentes, costeados con su modesto trabajo.
Por
supuesto que de ese floreciente comercio, solo queda el recuerdo, tras la
muerte de su dueño, mi padre mencionado. En términos generales puede decirse
que Fidel Egberto Casasola Venegas, se perfiló como un hombre de empresa y
sentó sus reales aquí como decidido pionero de las mejores tiendas del pueblo,
línea de proyección que también siguieron sus hijos menores con sus negocios establecidos en esta
localidad y Teculután, actualmente.
Con el producto de su trabajo logro la
compra de cinco vehículos, que le servían como herramienta de trabajo y para
uso personal.
Su compañera de hogar, esposa por años,
Felicinda, le metió el hombro en todo momento, a efecto de hacer progresar sus
negocios y crear a su prole, pudiéndose afirmar que el éxito de las empresa en
su conjunto, fue de los dos, pero reconociendo la astucia del primero en el
ámbito de los negocios y férrea disciplina.
Costumbres
SU PASATIEMPO. Su deporte favorito, pero también de
apetecida gastronomía, era la pesca con atarraya, pero también de
“chinchorros”, de la que se convirtió en
un experto, pues en más de una ocasión capturó varios peces grandes en el río Motagua;
solía poner tapescos en el río conjuntamente con otros compañeros, con una
suerte tal, que no había turno que no le fuera bien con la cantidad de peces
que atrapaban, yo fui entre otros hermanos, su ayudante de pesca, deporte que
trasladó como precioso legado de sana diversión, a todos sus hijos varones, que
hoy en su honor, practican con pasión.
BONDADES Y COSTUMBRES. En su
tiempo, gustaba caminar a pie, siendo así que recorrió largos caminos para
llegar a su destino, visitando su finca Pila de Moscoso y anexo el Guayabo, así
como varias comunidades del municipio, en vía de negocios o de placer,
incluyendo la cabecera de Salamá, en Baja Verapaz, en esta ocasión, para
conocer el arte de los tejidos, para su empresa de telares que instaló después,
en cuyo viaje yo lo acompañé, siendo un adolescente.
Le apetecían los animales de
monte, cuya carne comía sin melindres, pero especialmente los tacuazines y las
iguanas, aunque era parco para cazarlos y peor matarlos. Recuerdo que una vez
comimos un gato de castilla o doméstico que le obsequió Samuel Venegas ya preparado.
En su juventud tuvo algunas
armas, regularmente escopetas de tubo o perdigones y rifles, pero tuvo una especial
calibre 20 de cartuchos, que utilizaba para defensa personal y la cacería
modesta.
En una época de su vida,
después de almorzar, acostumbraba hacer la siesta, no obstante se acostaba y
levantaba temprano, nunca gustó trasnochar.
Fue siempre solidario y
caritativo con el dolor ajeno, prestándose a servir siempre que se le
solicitaba, dando toda clase de ayuda, incluso, sus vehículos para el traslado
de enfermos a los hospitales.
Era de carácter serio, sin embargo, reía a carcajadas cuando había
un verdadero motivo, un buen chiste o payasada divertida, por ejemplo; al mismo tiempo reservado, y por lo mismo odiaba
los chismes callejeros.
El trato con su esposa e hijos
fue siempre de comprensión y armonía, con alguna disparidad en el parecer o
pensamiento de repente, como suele ocurrir en todo hogar, pero con autoridad, disciplina, firmeza y y lo mejor: el amor, con los defectos que
cualquier ser humano pueda tener, por supuesto, pero jamás trascendentes.
Tenía buena disposición y
creatividad para el diseño de cuantas cosas se proponía realizar, incluso la creación
de sus negocios, así como la construcción y remodelación de sus casas, sobre lo
cual asesoraba a terceras personas, cuando se le solicitaba.
No tenía religión, pero creía
fervientemente en Dios todo poderoso, a quien se encomendaba para los acto de
su vida y era muy prudente para comentar, ante los demás, acerca de las
religiones, para no herir susceptibilidades.
Le agradaba comer junto con toda su familia,
en la mesa larga, para comentar asuntos familiares y situaciones particulares
de actualidad, en hora puntual, salvo causas de fuerza mayor: 7. 12 y 18 horas,
en las que ya estaba sentado en la mesa y de ahí la preocupación de mi madre y
la cocinera de tener todo listo para cuando el apenas asomara.
Su comida favorita en los
desayunos, eran los tamales de coche, de los que siempre había existencia en el
refrigerador.
Ya adulto, por las noches,
gustaba ver programas de televisión, especialmente de películas chistosas como
la del Chavo del ocho y compinches, Tintan, Cantinflas y algunas telenovelas de
repente, juntamente con su compañera de hogar y unos cuantos hijos y nietos que
se asomaban en casa, momentos que aprovechaban para degustar, como en los
cines, viendo la tele, cualquier clase de golosinas que compraba exprofeso por
mayor, para tenerlos a mano, momentos que compartía por igual la muchacha de la
casa, que estaba siempre presente, lista para cualquier asunto.
Disfrutaba junto con mi madre,
cuando los hijos que estábamos fuera, por cuestiones de trabajo, llegábamos a
verlos, ofreciéndonos lo mejor que tenían.
Era asiduo bebedor de café, a
tal extremo que, durante todo el día, debía de permanecer en la estufa, una
olla de regular tamaño de café, para su calentamiento, eso sí, un tanto ralo,
como a él le gustaba, lo mismo que de los cigarrillos que fumó por años, hasta,
inclusive, el día de su muerte.
En su juventud, cuando aún no
se había embarcado en la empresa de sus negocios, leyó libros como los de
Samuel Smill, Orison Switt Marden, Vargas
Vila, Carreño y muchos más de los que
estaban en boga en la época, y en toda su vida, la lectura de periódicos fue su
pasatiempo predilecto, especialmente el Imparcial y el diario La Hora, de
Clemente Marroquín Rojas, de quien era un admirador, y Prensa Libre, después,
con la adicción de llenar crucigramas y demás rompecabezas que vienen en esos
medios.
Como homenaje póstumo, la Asociación
Fraternidad Jicareña lo condecoró con la medalla de honor al mérito “GENERAL JOSÉ MARÍA ORELLANA PINTO”,
precisamente por los méritos y protagonismo, en vida alcanzados, y haber dejado
huella en el desarrollo y cultura del municipio.
Por todo lo dicho, se puede entonces concluir, que
FIDEL EGBERTCASASOLA VENEGAS, por su trayectoria, sus amplias acciones y ejecutorias
en favor de sus conciudadanos, los negocioso emprendidos a lo largo de su vida,
que dieron fama y prestigio al municipio, fue un verdadero líder en su época,
cuyas cualidades y virtudes, enaltecen a su pueblo y su familia.
Su muerte
SU MUERTE. El biografiado, FIDEL EGBERTO
CASASOLA VENEGAS, falleció en esta población, a la edad de 88 años, el día 19 del
mes de febrero de 1996, tras larga enfermedad provocada por una aneurisma
taracoabdominal, a nivel del costado derecho, que impedía el flujo normal de la
sangre, y sus restos mortales reposan en
el cementerio general de la población, en aldea Espíritu Santo, junto a los de
su querida esposa, FELICINDA SAAVEDRA TERRAZA de CASASOLA.
Oportuno es dedicarle al homenajeado, con
motivo del aniversario de su fallecimiento, en un día como hoy, las siguiente
composición en prosa, que de seguro alimentara su espíritu:
¡Oh! padre querido, partiste al más allá, al
mundo de lo desconocido, para nunca jamás volver, llevándote contigo al poco
tiempo, a nuestra amada Madre, Felicinda, dejando como herencia profundas
huellas de sabiduría, dignas de imitar/Te fuiste a seguir viviendo bajo
excelsas normas celestiales, en la gloria eterna del espíritu Santo/ Pero ten
presente, que aquí, aún vives en la conciencia y el corazón de tus hijos,
nietos y bisnietos, que te amamos/Porque, como ayer, tu prole y tu pueblo te
recuerdan a cada momento/ Que nosotros aquí, estamos siempre relacionados,
viviendo más o menos bien, acatando tus consejos en vida y al ritmo de las
influencias de tu espíritu, ahora/ Y hemos dejado escrito y recomendado en tu
biografía, que tus descendientes de hoy y los que vendaran después, deben
recordarte siempre, honrando tu nombre y tu memoria, por doquier/Emulando todo
lo positivo que fuiste, a tu paso por esta tierra, que en espíritu sigue siendo
tuya, y que a lo grande disfrutaste y a tus hijos forjaste/Más por ahora, en nombre
de todos, solo te pedimos una plegaria, allí cerca, que nos conceda el espacio que en el cielo, entre nuestras nuevas
vecinas, las ánimas benditas, por designio del Creador, debemos en no lejano
día ocupar, pues algunos de nosotros, en el atardecer de la vida, por no decir,
casi anochecer, esperando la transición estamos ya/Para que juntos de nuevo,
con el gran clan ancestral terrestre que fue, de nuestra progenie, volvamos a
compartir a la usanza etérea, si es que por nuestras virtudes aquí, el portero
de ultratumba, San Pedro, nos abre el portón de esa dimensión celestial, para
cobijarnos en su reino de gloria/ Mientras tanto, te deseamos que seas muy
feliz en el otro mundo infinito y no te
arrepientas de haber traspasado el umbral de la existencia, pues la vida ha cambiado enormemente y es hostil, por la intromisión despiadada del demonio,
que nos está haciendo trizas /Que tu alma permanezca en gozo de santa paz,
acompañado de Cristo Redentor, allá en el otro infinito mundo desconocido,
juntamente con nuestra madre Felicinda, querida.
Punto y Final
PUNTO
Y FINAL
En
los términos apuntados, se concluye esta pequeña exposición de hechos, derivados de los
que mi mente fue capaz de recordar o
recopilar, de una parte de la semblanza, de lo que en vida fue, mi querido
padre: FIDÉL EGBERTO CASASOLA VENEGAS, coloquialmente Don Beto o simplemente
Beto Casasola, como la gente y sus amigos le llamaban, que he redactado con
todo respeto en su memoria, en homenaje de un aniversario más de su muerte: el
19 de febrero de 1996, hace 16 años y en la cercanía de la fecha de su
nacimiento: 24 de abril de 1908, hace 104 años.
Espero que esta biografía permanezca por
siempre, en la conciencia y el corazón de toda su parentela, especialmente:
hijos, nietos, bisnietos y tataranietos actuales y, que este documento, se guarde en lugar privilegiado y
seguro de los archivos de consulta familiar, en los anaqueles o gavetas de los
armarios de vuestras casas, como una reliquia histórica, digna del recuerdo,
para los futuros generaciones, parientes del patriarca biografiado y se
reproduzca cuantas veces sea necesario para la posteridad y se mantenga ese
espíritu de descendencia que a la fecha se mantiene incólume, recordando siempre
a nuestros ancestros.
VENERACIÓN A SUS RESTOS, QUE EN PAZ
DESCANSEN.
EL JÍCARO, 19 de febrero de
2012.
Testigos de honor:
Carlota Venegas, Humberto Gutierrez, clarita
y Jovita Oliva Ibáñez.
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